“Con Zamarrilla empecé a mis 20 años y con Zamarrilla termino”. Con estas palabras Francisco Palma resumía el principio y fin de su dilatada producción que, por extrañas casualidades del destino, se encontraron en el patrimonio artístico de la misma Hermandad.
La anatomía de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, como es habitual en los Cristos de Palma, se halla sólidamente construida, con las connotaciones de nobleza y propiedad extraíbles de su admiración por la escultura romana. Esto le indujo a modelar el amplio torso y los brazos del Santo Suplicio, con una depuración formal más incisiva y, en suma, más clasicista en cuanto a estudio del cuerpo humano; lo cual le hace huir de innecesarios y superficiales alardes de musculatura.