En 1964 y 1985, Francisco Palma Burgos le practicaría dos importantes restauraciones. La Junta General del 10 de Diciembre de 1964 se hacía eco del informe de Palma acerca “del lamentable estado de la devanadera de la Virgen”. Palma habilitó un improvisado taller donde eliminó de la escultura todos los añadidos superfluos e inservibles y consolidó su estructura interna mediante la confección de una nueva devanadera, que incrementó nuevamente su estatura total. A nivel externo, el escultor retocó algunas de sus facciones, afinándolas ligeramente, a la par que encarnaba por completo el conjunto.
Las condiciones precarias de dicha restauración motivaron que Francisco Palma Burgos abordara el segundo tratamiento con unas perspectivas muy distintas a las descritas. En lugar de añadir otra capa superficial de pigmentos a los rasgos de la imagen, se inclinó por una drástica eliminación de “Las cuatro o seis capas de óleo de la cara que tenía de retoques anteriores, quedándose pues en su mascarilla policromada primitiva”. Tras sanear la mascarilla para prevenirla del ataque de xilófagos, restauraría las manos, restituiría la encarnadura en las zonas desprendidas imitando la tonalidad predominante, para proceder, por último, a la sustitución de las lágrimas por otras nuevas.
María Santísima de la Amargura Coronada es una de las imágenes procesionales más populares y con más fervor en la ciudad de Málaga.